RODRIGO ÍMAZ ALARCÓN convierte balones ponchados en semillas  que germinan en el paisaje. 

El artista visual instala sus balones convertidos en macetas en el  Museo de Arte de Tlaxcala en su nueva exposición Fuera de Lugar. 

Rodrigo Ímaz Alarcón en el jardín de su estudio con su colección de balones ponchados.

Cuando Rodrigo tenía 16 años le ofrecieron un contrato como futbolista  de las inferiores del Puebla. El hoy artista visual lo rechazó. Su pasado  como jugador amateur de fútbol resuena en su proyecto expositivo  donde ha convertido más de 100 balones de fútbol ponchados en  macetas donde crecen plantas. 

Algunos de los balones ponchados de Rodrigo Ímaz.

La conversión de un elemento de juego como un balón en un  receptáculo donde la vida renace después de que ese objeto perdió la  “vida”, la función para la cual fue diseñado, es el inicio de un gran abanico de reflexiones. Estas abarcan varios temas como la  importancia cotidiana y cultural del fútbol, el México antiguo, la crisis  ambiental derivada del hambre humana por acaparar todos los  recursos naturales, así como aspectos personales de la vida del artista.  

En el México prehispánico el juego de pelota era una ceremonia en la  cual, más allá de pasar la pelota a través de un aro, los jugadores  mantenían en el aire la pelota que simbolizaba el astro solar. Esto  representaba el movimiento cósmico de desaparición y renacer del sol,  el ciclo eterno de la sucesión del día y la noche. El sacrificio de los  ganadores era necesario para mantener esos movimientos y el orden  universal. En la visión contemporánea de Rodrigo Ímaz, el significado  cosmológico de la pelota resignifica la metáfora del renacer de la vida  desde un objeto que murió. Como en todo proceso de descomposición  el ciclo de la vida continúa librando una lucha constante contra la  destrucción de la naturaleza a manos del ser humano. Los balones  ponchados que a ojos de la mayoría serían parte de la misma basura  que producimos a diario, son en la obra de Rodrigo tierra fértil donde  germinan plantas. Son un huevo que al eclosionar trae un nuevo  elemento vivo al planeta. 

Portería de cantera que hace alusión al aro del juego de pelota prehispánico.

Los balones han pasado de ser instalados en el Palacio de la  Autonomía de la UNAM, al Centro Cultural de España en México, a la  Casa Universitaria del Libro de la UNAM, y ahora estarán “fuera de  lugar” en el Museo de Arte de Tlaxcala. En cada iteración, el sentido y  el significado de la muestra cambia según el sitio específico y la historia  que le rodea. Es por eso que ahora en Tlaxcala (cuyo significado es  “lugar de tortillas” en náhuatl) se realizaron tortillas ceremoniales con  estampado de la forma de un balón. Junto con la instalación de los  balones, Rodrigo montó en la plaza de armas fuera del museo dos  hemiciclos de cantera que asemejan los aros del juego de pelota y que  funcionan como porterías para un juego callejero de fútbol. 

Tortillas ceremoniales con estampado de balón.

Después de Fuera de Lugar, la siguiente instalación de los balones  macetas será el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México en el  Bosque de Chapultepec. Los balones serán emplazados en el jardín  escultórico del museo integrándose con el entorno natural y dialogando  con las esculturas y la arquitectura orgánica del museo. 

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Rodrigo Ímaz Alarcón cuestiona nuestra relación con la naturaleza  frente a la crisis climática derivada del Antropoceno a través sus  balones ponchados que son macetas. Como pieza expositiva, el  dinamismo de los balones y su adecuación a cada recinto habla de lo  maleable y dinámica que es esta propuesta artística de Rodrigo. No te  pierdas la oportunidad de ver y reflexionar con estas piezas a donde  quiera que vayan.

Para ver más de la obra de Rodrigo visita su página  de internet: Rodrigoimaz.com y su Instagram @imazrodrigo. 

Cartel de la exposición Fuera de Lugar.